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UNA TARTA CON ALMA MERECE UN CAFÉ CON CUERPO

Una frase.
Sencilla.
Casi inofensiva.
Pero que se me quedó clavada entre ceja y ceja.

“Esto estaría de muerte con un café.”

Y claro, tenía razón.
Porque tú puedes tener la mejor tarta de queso del planeta,
la textura perfecta,
la base crujiente,
el punto exacto de horneado…

Pero si se la está comiendo con un café de gasolinera que sabe a neumático mojado…

Algo falla.
Y ahí lo vi claro.
No podíamos seguir permitiendo que nuestras tartas de queso convivieran con cafés indignos.

YO Y UNA OBSESIÓN PENDIENTE

La verdad es que llevaba mucho tiempo queriendo una La Marzocco (el Ferrari de las cafeteras).
Sí, esa máquina de café que parece una nave espacial.

Pero no era postureo.
Era obsesión real.
Porque una tarta con alma…
necesita un café con cuerpo.

Y si lo hacíamos, tenía que ser bien.
Sin medias tintas.
Sin café de máquina del hospital.

Spoiler: Aun no tenemos La Marzocco

DE TARTAS DE QUESO SABEMOS. DE CAFÉ… DECIDIMOS APRENDER

¿Y qué hicimos?
Pues lo mismo que cuando lanzamos la primera tarta: obsesionarnos.

Nos metimos hasta el fondo en el café.
Con la misma exigencia, la misma búsqueda de verdad, y el mismo mantra:
“Esto tiene que estar de muerte. O no lo hacemos.”

Y descubrimos que hay cafés…
Y hay cafés de especialidad.
Y luego está lo que te venden en según qué bares, que más que café parece un castigo.

VALE, PERO ¿QUÉ ES ESO DEL CAFÉ DE ESPECIALIDAD?

Traducción rápida y sin paja:
Es café que puntúa más de 85 sobre 100, según la Speciality Coffee Association.
No es Eurovisión, aquí si no das la nota, no pasas ni la semifinal.
Cero defectos. Cero excusas.

Cada grano es seleccionado como una joya. No hay margen para cafés que sepan a cenicero.

Trazabilidad.
Sabes de qué finca viene, quién lo cultivó, cómo, cuándo, con qué clima, casi con qué humor.
Y no, no es por postureo.
Es porque el origen importa. Mucho.

Tueste con cariño, no con fuego del infierno.
Olvida ese sabor a quemado que confundes con “fuerte”. Aquí se tuesta suave, para respetar los matices.
Como se respetan a tus mayores.

¿ES SOLO PARA MODERNOS?

Nah.
Esto no va de pedir “flat white en vaso reciclado con leche de camella”.

Esto va de que tú te mereces beber algo que no te reviente el alma.
Que no necesites tres azucarillos y un mechero para tragártelo.
Que no te tiemble el párpado después de dos sorbos.
Esto va de vivir bien.
Y si puede ser, vivir mejor.

Porque cuando eliges café de especialidad, estás apoyando proyectos pequeños, éticos, sostenibles.
Estás diciendo “sí” a pagar justo, a cuidar el producto, a trabajar con cabeza y con alma.
Y estás diciendo “NO” al café quemado a 0,89 € del súper que solo sirve para limpiar juntas de baldosas.

Y es que…
una tarta con alma se merece un café con cuerpo.

Pero bueno, no me hagas mucho caso…
Yo simplemente hago tartas de queso.
Y un café que está de muerte.

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