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NADIE HABLA DE ESTO CUANDO TODO SE APAGA

España.
2025.

Y de repente: ¡PUM!
Se va la luz.
No una bombilla.
TODO.

Y, como buenos latinos con acceso a redes y
cero información contrastada, nos montamos
una película digna de festival internacional.

El país entero en shock.

Gente saliendo a los balcones como si
volvieran a aplaudir a las 20h.
Otros bajando al trastero a buscar velas
(spoiler: mojadas, rotas o sin mecha).
Y algún iluminado diciendo “tranquilos, que
yo ya lo había soñado”.

Y sí, claro…

A los 10 minutos ya teníamos todos el famoso
Kit de Supervivencia del Español Medio en

Apagón:

  • 1 mechero BIC con 12 años de vida útil.
  • 3 velas de cumpleaños con olor a «vainilla sintética».
  • 1 linterna sin pilas.
  • 1 botella de vino (“por si acaso hay que
    brindar por el fin del mundo”).
  • Y por supuesto, una opinión firme sobre quién tiene la culpa.

Y ahí estábamos todos:
sin nevera, sin internet,
pero con teorías.

Madre mía, las teorías y los todólogos.

Que si Pedro Sánchez.

Que si Putin.
Que si Trump.

Que si los extraterrestres.

Que si esto es lo que pasa por no desconectar nunca.

Que si es culpa del cambio climático, de
Eurovisión, de Rosalía o del vecino ‘pesao’ del quinto.

Y yo, mientras tanto…

En el gym.
Sí.

Haciendo sentadillas con cara de “yo aquí
trabajando glúteo, el país colapsando, todo bien”.

No me pilló horneando, por suerte.
Pero el obrador estaba lleno.
Frigoríficos cargados hasta arriba.

Y yo pensando: “no lo abras, no lo mires, no lo pienses: que la física te respalde”.

No fui.
No toqué nada.

Puse mi fe en las leyes del frío acumulado.

Spoiler: no funcionó.

Al día siguiente, abrí las neveras como quien
entra a ver si su pareja volvió del Erasmus con principios…
Y no.

Aquello era un esperpento

La nata había cambiado de estado (emocional y físico),

la mantequilla estaba en huelga,
y el queso… mejor ni mencionarlo, enfin…

Pero oye, también hay que decirlo,
los españoles sacamos lo mejor de nosotros en
el caos.

Reímos en la oscuridad.

Ayudamos al vecino con una linterna de
juguete.

Tuiteamos memes como si eso mantuviera la
civilización viva.

Y, por un segundo, nos recordamos humanos.

Porque cuando se apaga la luz,
no solo se va la corriente,
también se desconectan los filtros,
la pose,
el estrés.

Y de repente estás tú,
con tus ganas,
tus miedos,
y una cámara frigorífica que parece la escena
final de una telenovela turca.

Y entre tanta mantequilla rendida y tanto
queso depresivo,
me quedó algo muy claro:

¿A que cuando supiste que era un apagón
nacional,
lo primero en lo que pensaste no fue en tu
último modelo de Audi,
ni en ese iPhone que tanto anhelas,
ni en el bolso de Prada, ni en la joya de tus
sueños?

Pensaste en si tenías a los tuyos cerca, en si
estaban bien.

En que, cuando todo se apaga, lo único que
importa no brilla: respira.

«Porque cuando se va la luz fuera, es cuando
te das cuenta de si por dentro sigues
encendido.

Así que eso.

Haz lo que te prenda.
Aunque se vaya la luz.
Aunque te falle todo lo demás.

Cuida a los tuyos.
Y tu sentido del humor.
Que eso sí que no se enchufa.

Pero bueno, no me hagas mucho caso.
Yo simplemente hago tartas de queso.

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