En la era digital, parece que hemos encontrado el sustituto perfecto para Tinder, y lo mejor de todo es que está en Mercadona. De 19:00 a 20:00, los solteros de la ciudad están transformando el supermercado en su terreno de caza amorosa, con una táctica de ligue tan ingeniosa como ridícula: poner una piña boca abajo en el carrito. ¡Sí, una piña! Quién iba a decir que el cupido moderno tendría forma de fruta tropical.
El plan es sencillo: colocas la piña boca abajo y, de repente, tu carrito se convierte en un imán de miradas cómplices y choques “accidentales”. Porque, claro, nada dice ‘me gustas’ como un golpe de carrito estratégicamente planeado. ¿La mejor parte? Si la cosa no cuaja, siempre te queda una piña para hacerte un buen zumo. Un win-win en toda regla.
Pero, vamos a ser sinceros, este ritual tiene tanto de romántico como de absurdo. Imagina explicarles a tus futuros hijos que os conocisteis porque papá tropezó con el carrito de mamá mientras ambos sujetaban piñas boca abajo. Aunque pensándolo bien, eso suena mucho más entretenido que la clásica historia de “nos conocimos online”. Al menos, la piña tiene carácter.
Y hablando de cosas con carácter, no puedo evitar mencionar que, en este juego de señales y frutitas, las tartas de queso se llevan la medalla de oro en discreción y buen gusto. No necesitan un truco frutal para impresionar, pero, oye, si alguna vez ves a alguien empujando un carrito lleno de tartas de queso… quizás sea una señal de que están buscando algo más que postres. Puede que estén buscando a alguien con quien compartirlos.
Así que, ya sabes, la próxima vez que pasees por Mercadona, vigila por el retrovisor esas piñas rebeldes y, si te atreves, únete al juego. Pero bueno tampoco me hagas mucho caso, yo simplemente hago tartas de queso.
Con humor, y un toque de frutal desparpajo,
Anxo